Si la gente
todavía cree en los políticos y en los curas es comprensible que aún guarde esa idea de encontrar una pareja perfecta, por eso hoy los adolescentes enloquecen
con la relación de Camilo y Evaluna en redes sociales. Nada más lindo que un
amor correspondido, sí, pero un poco triste eso de creer que antes de llegar alguien a nuestras vidas no había en nosotros algo que valiese la pena. Sería pasar por
encima de muchas cosas que llevamos dentro, entre esas el amor propio.
Hay que ver
lo que hace el marketing en nuestra cabeza. Desde impulsarnos a comprar un
celular de cuatro millones de pesos para vivir enviando memes por
WhatsApp hasta montar en el poder a gente que está investigada por masacres y que
construye laboratorios de cocaína en sus fincas de descanso. Si eso es lo
tangible, lo de todos los días, calculemos un poco lo que nos meten en la
cabeza y que aceptamos sin sospechar, como esa idea de que somos
mejores que los demás, que nuestra familia es gente de bien y que nos ganamos la lotería con una pareja intachable. Hay que calmarnos, de ahí a creer que solo merecemos cosas buenas solo hay un paso.
Volviendo
al tema, demostrar el amor no está mal, al contrario, necesitamos sentir que
conectar con alguien por más de tres semanas todavía es posible. Pero irnos al extremo
y vender a nuestra pareja como la Madre Teresa es algo tóxico. Todos la hemos cagado, cargamos con secretos oscuros y herimos y defraudamos a mucha gente. No lo
aceptamos para no incomodarnos, por eso nos gusta pensar que la mejor
película de amor de Ryan Gosling es The Notebook, cuando lo más acertado que
ha hecho en ese tema es Blue Valentine. Ahí entendemos que la felicidad a veces duele y que encontrar el amor también puede jodernos la vida. Un joya.
Siento envidia
por las parejas estables que logran crecer y construir un proyecto. Que
a pesar de que vienen de mundos distintos sincronizan sus profesiones e ideales
para mantener esa conexión que los unió en un principio. Eso es lindo. Como la
escena final de Before Midnight en la que Jesse discute con Celine porque se
dan cuenta de que el amor real también viene con toda la mierda que somos como seres humanos. Entre esas la rutina, la vejez y el miedo a entregar los
mejores años de nuestras vidas a la persona equivocada.
El amor
real es posible, claro, pero cuesta. En el fondo da ternura ver a Camilo
diciendo que su mundo es Evaluna. No hay nada de malo en ello. Ser artistas o
famosos no quiere decir que no tengan derecho a amar y sentir -ya lo vimos en Notting
Hill-. Pero esa carga que le están montando en los hombros al otro es pesada. Primero
porque con tanta perfección pareciera que está prohibido fallar y segundo porque comprometen a responder con lo
mismo, a amar igual, cuando hay días en los que ni siquiera podemos con nosotros mismos.
En fin, no hay que olvidarnos de que todo se trata de marketing y el amor no se escapa.
Cada uno sabe cómo le ha ido y las cosas que ha visto cuando se ha enamorado.
Jorge Jiménez
Jorge Jiménez
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